Determinación y entorno
En 1955/56 se publica en la prestigiosa revista romanística alemana Romanistisches Jahrbuch el artículo «Determinación y entorno», un texto relacionado con la temática del libro no publicado Teoría lingüística del nombre propio. En este texto se presenta un esbozo de una “teoría del hablar” que parte de una inversión de la doctrina saussureana según la cual la lingüística debería plantearse todas sus cuestiones a partir de la langue. Coseriu, en cambio, postula que hay que partir siempre del hablar: “hay que colocarse desde el primer momento en el terreno del hablar y tomarlo como norma de todas las otras manifestaciones del lenguaje (inclusive de la ‘lengua’)”. (Coseriu 1955-56 [1962]: 288).
El texto contiene una presentación muy densa de lo que Coseriu entiende por teoría del hablar y una primera reflexión sobre el sentido y las tareas de una lingüística del texto. Se discuten algunas de las cuestiones más relevantes de la determinación nominal (con referencia a la cuestión del nombre proprio) y se ofrece, a parte de una categorización de las posibilidades de determinación, una clasificación de lo que Coseriu llama “entornos” del hablar.
En el caso de la determinación nominal, Coseriu distingue diferentes operaciones para la actualización de un signo lingüístico, la actualización, la discriminación, la delimitación y la identificación. Mediante la actualización, un signo virtual se dirige hacia un referente y una “identidad” (p. ej., casa) se convierte en una “ipsidad” (la casa). El conjunto de las operaciones que van más allá de la actualización y que “orientan la denotación hacia algún grupo real o virtual de entes particulares” (p. 297) lo llama Coseriu la discriminación, con tres subcategorías: la cuantificación, la selección y la situación. A través de la cuantificación se señala la contabilidad de los referentes. La selección permite considerar como específicos los referentes. Es decir que mientras la cuantificación únicamente separa una cierta cantidad o un grupo (p. ej. “busco un camarero”), la selección se refiere a objetos particulares o individuales (“busco a un camarero que se llama Juan Pérez”). Con la situación, finalmente, los objetos designados se relacionan con personas mediante posesivos o con el espacio o el tiempo mediante elementos deícticos.
La actualización y la discriminación siguen la misma “línea ideal” (p. 304) de la virtualidad a la actualidad del signo sin limitar las posibilidades designativas del signo mismo. Frente a estas operaciones, la delimitación sí modifica estas posibilidades. Coseriu distingue también aquí tres subgrupos: la explicación, la especializacióny la especificación. La explicación acentúa ciertas características de lo designado sin modificarlo: “el vasto océano”. La especialización marca ciertos límites externos o internos de lo determinado, como “todo el hombre”, “la España visigótica”. La especificación, por último, restringe las posibilidades designativas de un signo añadiendo características no contenidas en el significado: “niño rubio”, “el cura de nuestro pueblo”.
La siguiente operación, la identificación, permite precisar el significado de una forma polivalente, como “equipo de fútbol”, “Nueva York” o “Córdoba, Argentina”.
Las distintas operaciones de determinación sirven para referir los signos lingüísticos a objetos actuales. Aparte de ellas, son relevantes, en la comunicación lingüística, otras relaciones que Coseriu llama los entornos.
Tradicionalmente se distingue entre lengua y contexto, a veces con ulteriores precisiones. Se remonta a J. Catford la distinción entre el contexto extralingüístico y el cotexto lingüístico. Algo más precisa es la idea de los entornos, adoptada por Karl Bühler desde la teoría de los colores. Sin embargo, la clasificación presentada por Coseriu es aún más detallada y diferenciada. Se basa en cuatro dimensiones centrales de entornos. La primera se refiere al hablar y a la persona que habla (“situación”), la segunda al signo y sus sistemas referenciales (“región”), la tercera al signo concreto en un texto y su “contexto” y la cuarta a un sistema general de mundos referenciales, los “universos del discurso”.
En detalle, se distinguen los siguientes entornos:
a) Situación. Este término, que aparece usado de forma no unitaria y a veces algo vaga tanto en la lingüística del texto como en la pragmática, lo define Coseriu de una manera restringida, refiriéndose únicamente a “las circunstancias y relaciones espacio-temporales que se crean automáticamente por el hecho mismo de que alguien habla (con alguien y acerca de algo) en un punto del espacio y en un momento del tiempo” (p. 310). Se trata entonces, en el sentido de Bühler, de la origo del hablante, del ego-hic-nunc del hablar y de las constelaciones que emergen de ello.
b) Región. El término general región se refiere a aquellos espacios dentro de los cuales un signo lingüístico funciona en ciertos sistemas de significación. Coseriu distingue tres subtipos: zona, ámbito y ambiente. La zona se refiere al espacio dentro del cual un signo es conocido. Se trata entonces aquí de límites lingüísticos. El ámbito es el espacio cultural en el cual se conocen los objetos designados. Y el ambiente es una región “establecida social y culturalmente: la familia, la escuela, las comunidades profesionales, las castas, etcétera” (p. 312).
c) Contexto. Coseriu distingue tres tipos de contexto, el contexto idiomático, el contexto verbal y el contexto extraverbal. El contexto idiomático consiste en los signos del idioma o de los idiomas en los que está compuesto el texto. El contexto verbal corresponde en gran medida a lo que también se conoce comúnmente como cotexto, con una distinción adicional entre contexto indirecto e inmediato, es decir, entre grados (en realidad continuos) de distancia de partes del texto. Además, se hace una distinción entre contexto verbal positivo y negativo, refiriéndose este último a elementos no dichos que pueden percibirse como “faltantes” debido a una cierta expectativa (por ejemplo, por razones de una cierta tradición). En cuanto al contexto extraverbal, Coseriu distingue entre el contexto físico, que se refiere a aquellas cosas “a las que un signo adhiere”; el contexto empírico, es decir, los objetos y hechos “que se conocen por quienes hablan en un lugar y en un momento determinados”, el contexto natural, que se relaciona con el conocimiento del mundo natural, y el contexto práctico u ocasional, que se refiere a “la particular coyuntura subjetiva u objetiva en la que ocurre el discurso” (p. 316). Otro contexto extraverbal es el contexto histórico, en el que el conocimiento del hablante y del oyente se dividen entre el conocimiento particular, relacionado con la historia de una comunidad más restringida, y el conocimiento universal, relacionado con una nación, una comunidad cultural más amplia o incluso con toda la humanidad en su conjunto. También aquí se hace una distinción entre el contexto histórico actual y el no actual, de manera similar al caso de la situación, en la que se hace una distinción entre situaciones inmediatas y mediatas (estas últimas permiten lo que Bühler llama la deixis en el fantasma). Finalmente, se menciona el contexto cultural, el cual se refiere a las tradiciones culturales conocidas en una comunidad.
d) Universo de discurso. El universo de discurso es el “sistema universal de significaciones a las que pertenece un discurso” (p. 318).
Las distinciones son muy diferenciadas, para que se puedan aplicar a todos los textos o discursos. En el caso de los textos escritos, lo entornos se reducen. Varios entornos se solapan o se ven limitados en sus dimensiones. Así, por ejemplo, la situación está fijada en un texto escrito mientras que en una conversación de varias personas es dinámica. Al mismo tiempo, los textos escritos pueden crear situaciones con medios lingüísticos. También otros entornos presentes en una conversación oral tienen que ser verbalizados en un texto escrito. Al mismo tiempo, si se toma en consideración el acto de lectura de los textos escritos, los entornos se vuelven a ampliar. Así, entre un texto escrito y la persona lectora se puede duplicar la situación. En el esquema que sigue se presentan los diferentes tipos de entornos de manera sinóptica:
“Determinación y entorno. Dos problemas de una lingüística del hablar”, Romanistisches Jahrbuch VII, (1955-56), pp. 29–54.
Cf. también Johannes Kabatek (2017): “Determinación y entorno: 60 años después”, en: Hassler, Gerda y Stehl, Thomas (eds.), Kompetenz – Funktion – Variation. Linguistica Coseriana V, Francfórt del Meno: Peter Lang, pp. 19-37.